Vierto en la escritura la sangre que
me queda,
mi ardor guerrero se reduce a las
lanzas y los panes de las palabras,
a la dulce textura con que se
envuelve el recuerdo de aquél paseo,
a la tristeza que se abunda mirando
el mundo,
a la brisa que no cesa en su empeño de
alimentar el latido.
Vierto la sed y vierto el agua que
riega los surcos abandonados.
Me vierto en la escritura porque aquí
la vida se procura y se abastece,
tiene de realidad lo que la realidad
no tiene: La raíz del origen.
La sustancia de la materia. Del beso
y los sueños amasa lo eterno.
De haberte sabido y de saberte me
habita el sabor de la existencia,
se abren las dimensiones en fuerzas
invencibles contra las cadenas.
En la escritura me vierto íntegro y vivo
contigo, aún sin contigo
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