lunes, 28 de octubre de 2013




              Del libro de poemas "El edén de Salomé"

Estuviste y siempre regresabas, a la caída de la tarde.
Se ha detenido el tiempo /se han cerrado los días/,
el mundo está lleno de puertas /y hay incontables mares
tierra adentro/. Tú tienes las llaves de las islas no descubiertas.
Si alguna vez /un silencio te reclama/, no le hagas caso,
no escuches los lamentos del vencido, presta oídos a la lucha,
pisa sobre los cristales del agua, adéntrate en el futuro,
sube tu risa a las cumbres /bájala a las simas del hambre/,
no dejes que te confundan las malas artes del derrotado,
no le des la mano al veneno que quiera envenenarte.
Estuviste y siempre regresas porque nunca te irás,
/te tengo aquí/
prendida a las soledades que me he buscado,
/prendida a mi aire/,
a mis vacías manos, y cada día te digo «hola»,
y «hola» te diré mañana, /cuando llegues/
a la caída de la tarde



                                                            Quintín Alonso Méndez   

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