El silencio te piensa 13

Lo bello del tiempo no se olvida,

va entrelazado

fuertemente entretejido con amarres de heridas,

a lo triste de la vida.

Tú.

La piel del sueño / es seda y es luz.

Costumbre tiene la oscuridad como un rito

de asomarse  a la noche,

a buscar tus ojos.

El sueño de la piel / tu piel desnuda.

La uña herida de la luna besa el mar.

Ninguna palabra de mis andamios vencidos

tiene la voz precisa que te traiga.

Desmesura de la derrota se tiende al sol.

Una sonrisa de mujer se descalza en la arena.

La noche se acerca / borra el horizonte.

Se llena de estrellas.

Un verso quiere escribirte su oscuridad serena.

Pero se aleja, se hunde, en una niebla de quimeras

 

La sonrisa de tus ojos es la miel del mundo

quintín alonso méndez

 

El silencio te piensa 12

 No quiero la claridad de los sentidos me ciegue,

no vea más que hacia adentro,

donde tú eres mi mundo

de latidos y versos fervientes.

Afuera, el mundo te recibe con los brazos abiertos,

¡tantos tiempos y lugares mágicos protegiéndote!,

te envuelve en su aura de algas y océanos,

donde acantilados y aves de los edenes,

de valles verdes y árboles frutales,

donde carnales delicias del alma abriéndose.

Cuando me asomo al mundo desde este paisaje agreste,

es para verte y llenarme de la luz que desprendes.

Aquí, en los versos, es el ritual de tu esencia con mis sueños

 

La tristeza tiene el nombre perdido,

los sueños desperdigados por desiertos de arena y piedra.

Un poema puede tener la extensión infinita de una palabra.

Ven.

La minúscula partícula de lo interminable.

Espárceme por tus regiones infinitas

quintín alonso méndez

 

El silencio te piensa 11

Sed de mar,

dónde tu boca.

Oscuridad del mundo,

dónde tus ojos,

dónde el amanecer de las caracolas

enredándose en el musgo,

dónde el sol de tus besos,

dónde el vino de las noches de luna,

dónde el bosque encantado

que me lleve a tus nidos,

dónde el tiempo que baje a la tierra

 

Sé de ti aunque no me sepas, de cómo al escribir vienes a verme

quintín alonso méndez

 

El silencio te piensa 10

Busco el poema perfecto,

el que no existe,

te pertenece.

Con geranios y rosales bordeando el camino de tierra,

árboles del hechizo con pájaros azules,

rebosantes de las flores y las frutas del paraíso,

donde las mariposas, las abejas,

el delirio cósmico de las noches.

Busco ese poema en que cada verso destile

la esencia de tus sabores, el rumor de tus olas.

Poema donde se palpe la oceánica piel de tu mirada,

el sedoso roce de tu alma desnuda,

poema agitado por los magnéticos temblores de la marea

insinuante deslizándose por el musgo,

dulce y de lava, de miel y hoguera,

 como si besándote te besara

La lluvia eres tú, que te sientas a mi lado a ver llover

quintín alonso méndez

 

 

El silencio te piensa 9

En lo más alto, adonde mis alas rotas no llegan,

luminosos signos astrales de luciérnagas y libélulas

escriben sinuosas en lengua de los silencios más profundos

las agitadas palabras vivas que mis sueños desean decirte

resbalando por la piel desnuda de la noche,

oscuridad del aire donde navega el oscuro deseo,

en besos como pétalos caen en el océano,

arden, se hacen rumor desnudo de olas,

latido de la materia desprendido del verso

busca en la orilla la humedad de tus labios,

tu deseado cuerpo de resbaladiza arena

 

(la sed es un río de lavas febriles)

quintín alonso méndez

 

El silencio te piensa 8

Los versos, crujiendo sus huesos,

como si fuera en náufragos vuelos de regresos,

como en eco de ir pisando hojas secas,

como  si adéntrándose en el reumaticismo del tiempo,

van rompiéndese como si pétalos desmenuzados por el viento.

Renqueantes, mutilados, tenaces, tercos,

insisten en llegar a los labios de tus besos   

Noche plagada de luciérnagas en las alturas,

clima de la seda mineral se extiende en el aire,

hace dulce este verso errante que te nombra

quintín alonso méndez

El silencio te piensa 7

Eternidades de tiempos en el destierro,

desierto áspero y seco.

Solo la sombra de la frialdad de las noches,

solo el silencio envolvente del viento

armado como escorpión, empozoñando en las estrías de la carne.

Solo mi yo ausente, maquinando palmerales,

estrellas y oasis, mientras va pisando descalzo el fuego de la arena

(No, no digas nada, no son necesarias las palabras que hagan enmudecer los silencios, los encubran con sus alas de aguaceros). Deja que el silencio hable, no le selles la boca. Que grite, te mire, te diga las cosas ciertas, sin decirte nada

 

quintín alonso méndez