Los años van logrando que todo se
empobrezca,
así, en lo pobre, más libre, más
ligero,
el poema que vuela,
sin ataduras al suelo que falsamente
lo protejan,
sin esos ropajes absurdos que le
abundan al cuerpo,
peso inútil arrastrándose como pesadas
cadenas por la tierra,
¡pero, ah, gozosa terrenal lujuria
que me gobierna!,
aunque el cuerpo ya no me sostenga