jueves, 31 de julio de 2014



Gracias a los que de alguna manera han estado conmigo,
intensa la soledad
pero intensos los silencios que la habitan 


                                Quintín Alonso Méndez

martes, 29 de julio de 2014



 Te prometí escribirlo.

La música suena en el día que recién se ha levantado, aún no tiene pájaros en los alambres, son ovillos de sombras los árboles. A la música la trae el eco rumoroso de la marea. Viene de una lluvia de violines de madrugada con viento de contrabajo, de desgarros de cuerdas de guitarras desgarrándose, y ha abierto los ojos metida en la neblina. Ahora suena acamada, como si tuviera hojas de yerba rozándole los dedos. Ésa es la música: el susurro de la brisa frotándose mimosa, y le cuelgan perezas, con la verde blandura envuelta en el gris nebuloso que baja de las montañas. La brisa se cae al suelo, arrastra gemidos. Hasta que no se rompa, el tiempo va a hacerse muy largo: luego, después del suspiro del beso, será aún más largo, hasta que llegue el letargo dulce, vivo, de la estancia o el triste de la ausencia. Desde el suelo, la humedad sutilmente sopla, débiles aleteos que le ponen delicadas sedosas alas a un aire tibio que se evapora, encenizado. Sí, silencio de humo azul. La mar en calma. Quizás diferente la calma, de un domingo diferente. Calma desconocida, pero que consigue que las lágrimas o el gesto de las manos como quitándole el polvo al cuerpo desnudo, se conviertan en una ligera sonrisa con algunas gotas de tristeza, embargo de emociones o ternura adolescente o quizás ya vieja, venidas del nacimiento, de esas sonrisas apenas, tímidas, que no saben dónde poner las manos, que se sientan en los bancos de las plazas, a la sombra de los árboles laureados de laureles, a las sombras de las esperas incrédulas que se asombran, ¡azules!, en el encuentro. Cuando hay que coger al corazón por el cuello y retorcérselo para que se calle, busco a la gata y ahí está, en su caja gatera de cartón, en silencio le doy las gracias por todo lo que me ha dado, y antes de que sea demasiado débil y se me afloje la mano en el cogote del corazón, me vuelvo para adentro y cierro, aquí nadie me ve. Aquí no estoy, ¿quién va a tocar en una puerta con grietas, carcomida, y que nunca ha sido pintada?, y así es fácil que me vayan olvidando. Es la música ahora, son dulces violines mañaneros bajo el agua de este paisaje a solas –seco de lágrimas secas: mírale las ausencias, la ausencia única--, luego serán mudos violines apoyados en la pared, en el momento en que la tarde sea más perezosa, más azul. Pero no es música lo que suena. Es la solemnidad del silencio. Si fuera más sincero, diría de la nada. Te prometí escribir el cuento.
¡Si pudiera atraparle el canto al pájaro y depositarlo en el corazón de tu boca!

                                      Quintín Alonso Méndez

lunes, 28 de julio de 2014




 Este lunes trae a rastras un silencio que se aventuraba desde un miércoles
que no debió existir. Es inútil querer recomponer un día roto, y si miras desde lo alto
al desierto interminable de los días, brillan como puñales los pedazos del día roto.
¿Cómo, al menos, quitarles el brillo, que estén ahí como un aviso, pero que no cubran
y entierren los demás días, dulces como soles colgando del árbol del atardecer?
Que se tiendan horizontales los versos y así no caigan en el vértigo vertical del abismo.
Que este lunes sea roto por el cristal de la voz limpia y que rompa el silencio,
lo desgaje, traiga de vuelta aquellos edénicos días y los futuros, los que esperan
en alguna parte, en alguna esquina, con palabras desnudas y sábanas nuevas






miércoles, 23 de julio de 2014



De "El edén de Salomé" 


Escribo dejando que las hogueras ardan en sus fríos
que amenazan inviernos gélidos en el todo del tiempo,
escribo dejando que la mano plante sus raíces en el papel
o las arranque de cuajo, que se pierda, que se condene,
que vierta toda la sangre, todas las lluvias de todos los aguaceros,
yo mirando la luz lejana que se hunde en el horizonte,
reconociendo ahí al cobarde que soy, pero que la mano vuele,
desgarre, que al menos ella sepa escribir o plantar los versos
que tu mano le puso desde que existe el mundo que iba a ser.
Escribo lo que la mano me dicta, ya va lenta, lenta, la miro,
se cansa cada día más pronto, se queja, le crujen los silencios,
los vacíos entre los huesos, pero aún débil, arrastrándose,
se aferra a la pluma, exprime la última letra, mira, sé que mira
adonde la mirada se perdía, hacia el gesto que se posaba,
escribo, impaciente paciente escribo, no me queda adónde ir,
y aparto la mirada, no quiero que la mano me vea las lágrimas,
pero ella me dicta, rasgando la luz azul del aire, violácea,
nos quedamos, nos morimos, despacio nos vamos, nos morimos, 
pero la eternidad se queda aquí, y escribe, desangrándose,
en las últimas o en las primeras noticias de las nadas:

te quiero  

lunes, 21 de julio de 2014




La risa

El decorado es una alargada cortina negra que pende de una altura que se pierde en la alta oscuridad. En el rincón inferior derecho del decorado, de la visión, de la inquieta pantalla negra, una sencilla vela de cera blanca llamea tímida. Un silencio respeta a la brisa, la brisa ahorcó al silencio, le quitó la palabra. Un carraspeo de las rocas ahí afuera hace que parezca una vacía amplitud habitada, con caracolas en las esquinas invisibles. Huele a musgo debajo de la oscuridad, a guitarra enmudecida caída en un suelo donde una escalera asciende al olvido 

La vi pasar en su vuelo mágico
vi cómo pasaba, estallido de ave silenciosa
que me rozó con sus alas,
un rumor o un tumulto apenas de brisa
pintada de azul,
un vértigo de luz en la dentadura,
en la roja boca encendida,
un alboroto célere
de sorprendidos silencios,
paso fugaz
al que le dio tiempo
de revelarme el gran secreto,
la risa existe.
Algún día, si ya no ha sido,
se posará en alguna rama.
De esa rama, en los nidos de sus brotes,
nacerán racimos de risas

 

                                                   Quintín Alonso Méndez

viernes, 18 de julio de 2014




Presentación en Los Tarajales, Bajamar, 29 de julio, martes

Quintín Alonso Méndez

jueves, 17 de julio de 2014




El edén de Salomé

presentación el martes 29 de julio, a las 19,30 horas en Los Tarajales, Bajamar.
Librería Lemus

eledendesalome.wordpress.com
amazon e-Book

miércoles, 16 de julio de 2014




El nacimiento


La fiesta de las gaviotas revoloteando la torre
que mira al cielo
y donde se le fortalecen las alas
al vuelo que nace y día a día crece
elevándose.
Un día remoto día
vi nacer un vuelo
para luego verle el derrumbe
hoy desde este suelo sin tierra firme
que naufraga hundiéndose
veo  este vuelo que se inicia
y se elevará alto para llegar lejos
lo verás surcar tu playa tus sueños
no te dirá nada
sólo el saludo de un silencio
tú posarás una sonrisa en el nido de un beso


                                                   Quintín Alonso Méndez


jueves, 10 de julio de 2014

Detalles del producto

amazon eBook Kindle

eledendesalome.wordpress.com


¿Hablarte de ella? Sólo en la lengua de signos se encuentran
esos gestos, esas expresiones con los que podría hablarte de ella.
Ninguna palabra inventada, venida desde lo más adentro de las entrañas,
se acerca, ni siquiera al roce se acerca, para definirla o dibujarla.
Tampoco las palabras más bellas, amasadas en la miel del oro,
acercarían el brillo de su fruto al resplandor de la luz que desprende.
No hay sabor ni textura que te aproxime a las riquezas de su presencia,
ningún océano cabe en la infinitud de su mirada dulce de agua.
¿Hablarte de ella?, decirte, así por encima decirte, que en cada gota de tiempo
la pienso y el mundo se me estremece, es nombrarla y es la Vida.
Ahora mismo sólo se me ocurre una palabra, que no llega, que no llega,
pero que me estalla en los labios, sangrándome: Estrella 




  
En blanco
todo en blanco
el paisaje de la página en blanco
el sueño
ese barco sin blancas velas
hundido en el blanco de la página
y dentro de la página las palabras en blanco
blancas las letras blancas
sumergidas en la blanca tela
de la página en blanco
naufragando en el ciego blanco
sábanas blancas
signos blancos que naufragan
sin manos blancas que acojan
que se deslicen como flores blancas
por el blanco de la página
donde la gata se hunde en el blanco
y yo me hundo acariciándola
con vacías caricias blancas
con las letras
con las palabras blancas
en el hondo hocico de la página en blanco

                                  Quintín Alonso Méndez


martes, 8 de julio de 2014

http://eledendesalome.wordpress.com/category/2-nuevos-poemas-exclusivos/



Deseo inútil


Para olvidarte, me olvidé de mi persona. Ahí la dejé tirada, revolcándose en sus miedos, en sus insomnios, en sus lastimosas y cobardes tristezas. Nadie es más poca cosa que yo. Dejé de hablarme, de aguantar mis penosos lamentos, de oírme mis propias palabras, continuos y falsos funerales, sin flores, sin tumbas, le corté las alas a la memoria. Dejé de escribirme cartas, poemas absurdos sin destinatario ni destino. Dejé que lo días fueran haciendo su paciente labor de deterioro, que los gusanos hijos de lo que se muere me fueran habitando. Con mis propias manos, sin miramientos, me arranqué los sueños, cavé en la tierra, los enterré desangrándose, aún palpitando ingenuos. Le borré las huellas a todos los caminos de vuelta, incendié los puntos cardinales, sus cenizas tomaron formas de pájaros negros, sin ojos. Me fui de mí. Para que me olvides, me hago olvido



                                                Quintín Alonso Méndez

eledendesalome.wordpress.com

lunes, 7 de julio de 2014