jueves, 26 de junio de 2014




Cada día       


La vida es una sombra, la luz es lo que se quiere vivir.
Días que desaparecen sin dejar rastro,
hasta los más amables se van al olvido de las sombras.
Siempre la sensación de que la luz rodea al tiempo
sin tocarlo, que delicada y sorprendente de dulce
lo envuelve, le muestra su desnudez promisoria,
sus racimos repletos de besos y uvas,
pero permanece a la distancia justa de lo lejano,
intocable, inaccesible para estos días en la sombra
que corren despacio y no se detienen.
La luz es una fortaleza inexpugnable para la sombra,
que débil se deshace en la frontera de la húmeda distancia.
Una vez, un relampagueo de luz distinta
simuló una grieta en la muralla,
espejismo provocado por la fiebre enloquecida de la sombra.
La caída de la tarde, cada día se lleva la luz a su alcoba
y la sombra a su lecho viciado de nostalgias.
Cuando amanece, otro día que amenaza con derrumbarse,
la vida es una sombra y la luz es lo que se quiere vivir



                                                      Quintín Alonso Méndez



martes, 24 de junio de 2014




Vuelo eterno


Este sol viene a matar
o a decirme que la muerte está
justo detrás de la luz más certera.
Sé del egoísmo que indiferente
se tumba en otra cama
y sonríe con la sonrisa nueva                                 
recién estrenada
del mundo empieza en cada esquina.
No recuerdo las mentiras que me tendían la mano
no recuerdo el color de las mariposas en el atardecer
no recuerdo el nombre de la eternidad.
En la silueta de un pájaro fugaz
veo el frágil vuelo de un mundo
el pájaro se pierde en el hondo azul del aire
lleva una carta de amor en los labios



                                                      Quintín Alonso Méndez

viernes, 20 de junio de 2014




Un silencio


Después del sabor amargo en la boca viene la angustia. Detrás de ese sabor, detrás de una débil puerta, está el miedo. Que nunca se ha ido. Nada más espera agazapado a la espera de noticias de catástrofes. Entonces, la puerta se deshará ante el quejido del aire. Hoy se ha acercado una de ellas hasta mi ventana. Un papel en blanco. Entro en los recovecos del horizonte, más lejano que ayer, y no encuentro más que impasibles silencios. Dejo que la mirada se vaya a cazar sonrisas en el bosque de la nada. Todo lo que no soy, está en el árbol: raíz, rama, vuelo. Desde lo más alto, un viejo nido abandonado se resiste a caerse, incrustado entre las hojas ya secas del tiempo. Palpita un sueño en alguna parte, adonde nunca podré llegar. Después del miedo, viene la certeza del abismo. Hoy se ha acercado hasta la ventana una noticia de catástrofes, trayendo en su pico una carta. Una hoja en blanco


                                                          Quintín Alonso Méndez


martes, 17 de junio de 2014



Mentiras falsas


Si te acuerdas de mí, no me llames
no le inflames las velas al dolor
no quieras ver cómo me desangro
cómo es la agonía de un gemido
no sepas cómo se vierte la amargura
por las venas descueradas del alma.
Si el recuerdo confunde las esquinas
y pretende volar hasta aquí,
córtale un ala, háblale de la nueva casa,
no le des a beber, que se seque
como se secan las yerbas en verano,
no mires hacia aquí, donde todo es nada.
Si te vence el sueño y te abre ventanas
que dan a la más oscura oscuridad,
hunde los ojos en la niebla del futuro
que te sonríe con la mano en tu mano,
no me nombres, aparta las sombras del horizonte,

deja que el olvido me lleve, me sepulte   


                                                            Quintín Alonso Méndez    

jueves, 12 de junio de 2014




Las noches de luna


Metido en la noche, con la sensación de que el mundo duerme, en la azotea, donde tantas noches la luna y yo hablamos de ti, me vienen recuerdos de noches lejanas perdidas en la memoria, oscuras, sólo alumbradas por la vela en la mesa y las sombras que furtivas creaban calcinados bosques negros, fantasmales, en las paredes. En esas noches de tormentas me decía que el mundo era un ser vivo que alojaba vidas y al que yo sólo podía contemplar desde mis silencios, y que esas vidas debían de estar más allá de los temporales y los aguaceros, al otro lado de las tristezas que me sacudían y me iban enseñando a convivir con ese frío único que sólo sabe fabricar la soledad desde miedos, insomnios, sueños malheridos. Metido en la noche, veo cómo la luna, silenciosa y rauda, atraviesa las nubes, una lechuza levemente le araña el rostro. Se humedece de serenada la brisa.  El mundo, ese ser vivo donde se alojan vidas, existe, pero aquí no está. Aquí la noche, el recuerdo, sólo el recuerdo, de aquellas noches  



                                                         Quintín Alonso Méndez

martes, 10 de junio de 2014



Un sueño de otros tiempos


Surges de mi mar solitario
silencioso
surges de un verde oscurecido
surges de las aguas
de mis sueños desvariados
surges olas
espirales de olas
desnuda de alma surges
altiva en la orilla
deshojada por la mareas
te desparramas por la costa
te alzas hasta las nubes
surges aleteas
pájaro fiebre
maremoto en la luna
surges te elevas
desnuda
diosa
surges te acercas
playa brisa
arena
algas caracolas
trenzas de musgo
y desnuda te posas
en mis manos solitarias
silenciosas
arañadas por la nada
que desnudas te esperan





                                                    Quintín Alonso Méndez

viernes, 6 de junio de 2014




En la tarde


Se asomó a un silencio con lágrimas ocultas, en donde antes era la ventana que recibía la luz. Se asomó y permaneció en silencio, quizás a la espera de que las lágrimas dejaran de existir y la ventana se abriera y fuera un saludo con la mano abierta. La tarde quieta en su sopor. Las lágrimas caían sobre la mesa de cristal, imágenes que se clavaban rasgando el tiempo, un silencioso «que seas muy feliz» atravesó la vida, matándola, cayó sobre la página, pálida como una lápida, escribiéndose, azules volaron las cenizas. Goteaban sangre los segundos, desangrada, transparente como es la nada que le corresponde a la nada. Cada segundo era un golpe seco de silencio, infinitas imágenes metidas en aquellos instantes. Fue un tiempo leve, infinito en su hondura callada. En silencio se fue, a su buen sitio, en donde la vida palpita incesante, aquí se quedaron los olvidos, como son las derrotas. No se apagó la luz, sólo se fue a otra parte. No existe la ventana. Un ángel azul vuela en la noche



                                                        Quintín Alonso Méndez

miércoles, 4 de junio de 2014



Las heridas de la muerte


Decir nada es todo lo que hay
el paisaje es la hondura
donde se pierde la hundida mirada.
hasta los silencios se han ido,
han dejado su llamarada entristecida
que cae con alas de plomo al abismo
del arcoiris degollado con cristales de seda.
decir todo es la nada que empobrece los recuerdos
carcomidos los rincones
desalabeados los besos de la boca.
detrás de este asombro fúnebre, en lo más lejos
de estas heridas que ya murieron,
no hay residencia para el olvido
porque los gorriones, las risas, las desnudas noches,
han inventado la vida

es la morada del mundo nuevo


                                                   Quintín Alonso Méndez

martes, 3 de junio de 2014



El beso


Vi en la noche la dulce sombra del susurro
apoyada en la baranda
pasé por la noche, nadie me vio
es oscura la soledad, negra como un adiós,
me detuve donde el silencio cruje
atado a la brisa nocturna
en aquellos momentos, donde estuviera,
nadie podría verme,
no se puede ver a lo que no está
vi en la noche el vuelo mágico de la lechuza
y bajo el vuelo, el amor se besaba,
pasé por la noche, nadie me vio
te pensé más triste entonces
vi arder las palabras y los besos lejanos
aquí, dentro de mi oscura oscuridad
más triste te pensé y comprendí entonces
pasé por la noche, nadie me vio,
no se puede ver a lo que no está



                                                     Quintín Alonso Méndez